jueves, 1 de noviembre de 2012

Voto y dinero, lo que los políticos nos exigen.

Acabo de leer que el senador Jaime Orpis reclama ser el único que se opuso al voto voluntario, como si eso constituyera un gran mérito.

Frente a la debacle de la derecha que, pese a conducir un gobierno de impecable gestión aunque desastroso en materia política, fue abrumadoramente derrotada en las recientes municipales, varios políticos han declarado que reconocernos el derecho a sufragar a voluntad fue un serio error.

Claro, obligarnos a votar les habría resuelto el problema de perder alcaldes y concejales, aunque muchos que jamás votarían por la izquierda tuvieran escasas razones para hacerlo en conciencia.

¿Y por qué quienes apoyamos la causa de la libertad tuvimos esos problemas de conciencia?

Porque no estamos para nada seguros de estar adecuadamente representados por las visiones y posturas de la lista de escogidos que se nos mostró. Abstenernos fue una manera de hacérselos saber pero, a juzgar por las reacciones, pareciera que la tarea de mejorar su oferta no está incluida en los grandes sueldos que les pagamos.

Y esa oferta no apunta sólo al nombre de las personas de la lista, que por ahí armaron sobre la base de intereses que no conocemos. Cuando menos creemos exigible que la oferta incluya algún compromiso de agenda de lo que nos interesa a quienes les financiamos y apoyamos con votos.

En efecto, dada la escasa receptividad de los actuales políticos de derecha que no parecen dispuestos al enfrentamiento ideológico, en esta coyuntura esa demanda se ha vuelto imperativa. Mientras la centro-izquierda goza de completa impunidad luego de 20 años de corrupción, demagogia y totalitarismo; la centro-derecha gobernante se ha concentrado en el "cosismo" sin arriesgar nada en sacar al pizarrón a sus oponentes ideológicos ni avanzar con decisión en iniciativas que enciendan nuestro entusiasmo. Sólo pareciera interesarles una buena cuota de puestos de autoridad bien rentados y protegidos.

Claro, gobernando sin la pesada mochila corruptiva del concertacionismo ni la grave dependencia ideológica del club castro-chavista, ha sido fácil llegar con aportes, subsidios y prebendas a muchos de los postergados. Encima de eso, la mera ausencia de quienes resienten a "los privados", ha gatillado una fiebre de emprendimientos que han permitido acercarse al ritmo de crecimiento que el país traía luego del gobierno militar.

Pero, junto con deshonrar el legado libertario (ignorando a los derechistas fundadores de nuestro modelo y "reconociendo" méritos a los líderes de la centro-izquierda), el conglomerado en el poder ha postergado reponer esa agenda, que está lejos de ser terminada por las muchas mutilaciones y postergaciones que sufrió bajo el progresismo.

Peor aún, se ha seguido una ruta que se aleja de esa agenda, aceptando las categorías socialistas de transformar los beneficios y ayuda social en "derechos" e incluso en incrementar la carga ciudadana para el financiamiento de primarias y asignaciones especiales a la ahora detestada "clase política". Esto último es tan contrario a nuestros valores que se ve como otra mutilación de NUESTRO derecho a concurrir con financiamiento de lo que estimemos digno de apoyar.

En tal estado de cosas, es inaudito que nos vengan a exigir el voto incondicional, sin que nuestros aportes tengan alguna contraprestación que podamos evaluar.

A nuestros amigos políticos deberían explicarles que las cosas han cambiado.

Nuestro modelo, OBRA DEL GOBIERNO MILITAR que cobardemente algunos de ellos ni siquiera se atreven a mencionar, ha cobrado una fortaleza tal que no tememos que la centro-izquierda vuelva de nuevo a propinarnos años de demagogia y corrupción.

Por otra parte, el desarrollo de las tecnologías de información y comunicación (peculiarmente extendidas en Chile gracias a la apertura del mercado en los 80) facilitan en gran manera el contacto y la interacción con los ciudadanos.

Ambas cuestiones vuelven imperdonable que no inviertan tiempo en recoger nuestras ideas y darles forma concreta en su quehacer político.

Sufragar sí es un DERECHO, en toda la línea. Que un representante de nuestro propio sector venga a impugnarlo debilita todavía más nuestro maltrecho apoyo a los políticos.

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo Ciro, agregaría que se olviden de nuestros votos para las presidenciales y parlamentarias, si no nos proponen un PROGRAMA ESCRITO en que se plasme nuestro ideario.

    De no ser así esta derecha boutique desaparecerá, y será el inicio de una fuerza nueva, fresca, nacionalista y con mística que relance a Chile.

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