martes, 11 de septiembre de 2012

¿Que quedó del 11 de septiembre de 1973?

Cuando asumieron el poder los democristianos, en 1964, anunciaron a los cuatro vientos que estarían 30 años en el gobierno y que cambiarían el país de lado a lado.

Seis años después, en la elección presidencial siguiente, estuvieron a la cola de las preferencias y, temiendo pasarse demasiado tiempo alejados del control de la nación, maniobraron para instalar en el gobierno a una minoría simpatizante de la dictadura cubana.

Claro, sabían que ese grupo no podría sino agravar la situación en la que ellos dejaron el país y que si, por el contrario, permitían la libre expresión democrática, la vencedora sería la derecha, que iba a gobernar enmendado sus mil errores mandándoles a donde de verdad pertenecen: el basurero de la historia.

Ni siquiera vale la pena preguntarse qué quedó del gobierno de los castristas como aporte a nuestro desarrollo o que al menos valga la pena recordar. No podían dejar más que lo que dejó la democracia cristiana: NADA, absolutamente nada.

¿Qué dejó el gobierno de los militares que expulsaron al castrismo el 11 de septiembre de 1973?

Aunque la respuesta es obvia: el nuevo Chile, que abandonando la mediocridad y la miseria, accedió a un desarrollo nunca antes vivido, la propaganda de los democristianos unidos con los castristas ha invertido cantidades siderales de recursos humanos y financieros para distorsionar esa realidad y tratar de ponerse en la fotografía de los que sacaron a la nación del marasmo, desplazando a sus verdaderos autores.

La increíble habilidad para mentir y ocultar la verdad con un descaro que desconcierta a los espíritus honestos, ha sido la base sobre la que han construido su accionar por más de 30 años los ahora concertados democristianos/castristas de Chile.

Siendo ése su principio, todo lo originado a partir en él lleva la misma impronta de falsedad e inmoralidad.

Los 20 años en los que retomaron el poder ejecutivo —luego de la impecable gestión del gobierno militar que entregó una institucionalidad bien diseñada y un modelo socioeconómico ejemplar— estuvieron impregnados hasta el tuétano de esa impronta: maniobras corruptas, mentiras institucionalizadas, verdades "postergadas", la organización del más grande aparato de propaganda de nuestra historia que incluye casi todos los medios nacionales, la manipulación electoral que les permite aún controlar el Congreso, la penetración de la administración de justicia y los organismos de control... y la más vasta red de organizaciones no gubernamentales pagadas con dinero público pero totalmente funcionales a sus intereses políticos.

¿En qué aporta esto al desarrollo de nuestra nación? En nada. Al revés, ha sido un serio obstáculo para la gestión del gobierno de derechas que le ha sucedido y con el sólo objetivo de aportillar lo obrado.

Por otro lado, si uno examina cada aspecto positivo del Chile actual y traza sus orígenes, todo lo que vale la pena en nuestro país y que lleva a muchos en el extranjero a tratar de imitar, se implementó entre 1973 y 1990: el abandono del rol empresarial del gobierno y la apertura de los mercados internos para dejar paso a la libre iniciativa; la eliminación de trabas y cortapisas para el intercambio con el extranjero; la propiedad y dominio personal de los fondos para jubilación; el respeto a los derechos y la libertad de las personas (el "recurso de amparo" es de esos años); el respeto a la mujer y el fortalecimiento del matrimonio y la familia (años de toque de queda sin carrete tuvieron ese saludable efecto); entre muchos otros logros que cambiaron la mentalidad de los chilenos.

Contra esta nueva mentalidad, que respeta y admira el fruto del trabajo ajeno, se estrellan los esfuerzos de los que siembran la envidia y la codicia, sabedores de que su cosecha se da sólo en condiciones de turbulencia y conflicto.

Si del 11 de septiembre de 1973 sólo quedó esto, valió la pena. Conseguir que entre los chilenos vuelva a prevalecer la postura que alimentaban y siguen tratando de promover los hoy concertados —de envidia del que tiene más y de esperar asaltar el poder para repartirse los despojos— tomaría demasiados años.

Si no pudieron hacerlo en los 20 años durante los cuales administraron el modelo que combatieron hasta que desde el poder lo explotaron en su propio beneficio, nunca podrán.

Quizás sea ésta la parte más significativa del legado de los que rescataron a la nación de las fauces mismas del castrismo: los chilenos de hoy creen más en su propio esfuerzo que en las dádivas de los que desde el poder reparten el fruto del esfuerzo de otros.

Esto hace único a Chile, mucho más que los índices de crecimiento y las cifras de exportación.

Mi eterno y agradecido respeto a quienes lo hicieron posible.

3 comentarios:

  1. Si estás en Twitter y quieres homenajear este día haz click aquí.

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  2. Hola Ciro:

    Muy bueno el tema, agregue también la fecha en Twitter. Esta muy completo el tema, solo quería decir que si tanto critica el modelo la cAncertacion, porque nunca hizo nada contra ello? Obvio, ellos se hicieron ricos!

    Saludos!

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    Respuestas
    1. Eso es cierto. Como no pudieron cambiar este modelo por otro (y nunca podrán), se presentaron al mundo como sus autores y se beneficiaron directamente de su producto, tanto personalmente como para reforzar su aparato de influencia.

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