sábado, 6 de agosto de 2011

¿Qué viene ahora? (1)

En días previos a las elecciones del 17 de enero de 2010, Michelle Bachelet advertía ominosamente a los electores que "no da igual por quién votar", lo cual me animó a  componer un artículo con el que inauguré este blog.

Entonces, uno de los temores de Bachelet era que se venía el término de las regalías para quienes usufructuaban ilegítimamente de los recursos fiscales, entre ellos, sus propios parientes, los de los otros presidentes concertacionistas, amén de los de la legión de altos funcionarios, de “apitutados” políticamente y de beneficiados con la contratación irregular de estudios o de prestación de múltiples servicios.

Sin embargo, en este sentido su temor era vano porque el nuevo Presidente mantuvo a todo aquel que quiso seguir en el aparato estatal (incluído el mismo hijo de doña Michelle) llegando incluso a ofrecer altos cargos en el gobierno a figuras del régimen que los chilenos habían votado para que dejara la administración.

Otro miedo del régimen anterior era que se reactivaran las investigaciones por casos gravísimos de corrupción que comprometían a un gran número de altos dirigentes del concertacionismo.

Pero en esta línea tampoco pasó nada. El gobierno mostró nulo interés en intentar llevar a la justicia a nadie perteneciente al régimen pasado, pese a que apenas se supo del resultado de la elección desparecieron casi todos los discos duros de los computadores de propiedad fiscal, hecho que buscando eliminar evidencias es, en sí, un grosero delito.

Una aprensión significativa del régimen anterior radicaba en la pérdida del control de la caja fiscal para el financiamiento del costosísimo aparato de propaganda que por tantos años había estado ocultando la naturaleza criminal del gobierno castrista de Allende, demonizando al gobierno militar y a todo contrario ideológico.

Nada de qué preocuparse porque, sumado a la acción de las ONGs y entidades creadas por el régimen pasado para mantener vivo este "relato", los del nuevo gobierno no tuvieron empacho en refrendar esa monstruosidad, en fotografiarse homenajeando a líderes del panteón castrista que asoló el suelo patrio y hasta en sumarse a la abusiva pateadura ideológica a militares injustamente sometidos a procesos despojados de toda traza de respeto al Derecho.

Por supuesto, nadie, ni siquiera el equipo del nuevo gobierno (que ha exhibido una lentitud pasmosa para descifrar las claves de la realidad política), podría haber creído que Bachelet en realidad temiera amenazas a la democracia ni a las "conquistas sociales" que con colosal descaro reclamaba como propias del corrupto régimen que dirigía.

El verdadero y gran temor de Bachelet y sus compinches era y sigue siendo que este gobierno resulte exitoso y, peor todavía, que el electorado resuelva seguir gobernando con la Derecha porque en ese escenario se hará realidad lo que más aterroriza al progresismo chileno: el colapso político de su sector y del tan rabiosamente defendido "relato".

Poniendo toda la carne en el asador, el mismo 17 de enero del 2010 se constituyó la red y la orgánica de control del más vasto y radical programa de obstrucción al nuevo gobierno. Los días que mediaron entre esa fecha y la de la entrega del poder sirvieron además para que Bachelet allegara gigantescos fondos a esa red (que incluye el manejo coordinado del Congreso, la Judicatura controlada por la izquierda, el Ministerio Público, la Defensoría Nacional, todas las ONGs de financiamiento fiscal, el activismo sindicalista,  los organismos internacionales y una multitud de los ahora llamados "actores sociales").

A 4 días del terremoto del 27 de febrero del 2010, aún en medio del desconcierto y el dolor de los afectados, Bachelet tuvo la vileza de forzar un evento recaudador de fondos con cadena nacional de TV y radios a fin de poder fijar el destino de esos dineros, que en gran parte fueron a manos del sacerdote activista de izquierdas Felipe Berríos —controlador de la organización Un Techo para Chile, de conflictiva acción en los esfuerzos de habitabilidad y tratamiento de la emergencia— mientras se encerraba a firmar cheques NO PARA LOS DAMNINIFICADOS sino para las ONGs que hoy se ocupan de torpedear la acción de gobierno.

Esas señales fueron suficientes, en mi opinión, para barruntar lo que se vendría.

Consecuentemente, he denunciado en varias columnas cómo opera la organización formada para sabotear el gobierno de Sebastián Piñera (abajo está un listado con enlaces a esas columnas), anunciando con mucha antelación las movilizaciones y protestas que hoy ganan titulares en los medios.

He advertido que esta oleada de ataques NO TIENE RELACIÓN ALGUNA con cualquier cosa que el gobierno haga o deje de hacer sino con el objetivo de torpedear la acción del ejecutivo e impedir que lo suceda otro gobierno de derecha.

Es decir, nada saca la actual administración con adecuar su agenda a las demandas que le formulen los "actores sociales" controlados por la oposición. Ninguna propuesta será aceptada si eso implica la restauración de la paz y el cese del ambiente de turbulencia en torno al gobierno.

Desde ese punto de vista, don Sebastián Piñera pudo haber hecho realidad los peores temores de Bachelet y del resto de la banda sin que cambiara un ápice la acción opositora, pero conservando el apoyo de quienes lo eligieron.

La omisión de cualquier acto en esa dirección ha traído al gobierno NO EL APOYO de la oposición que, como dije, NO CAMBIARÁ UN ÁPICE, sino la pérdida del apoyo de los sectores que esperaban avances que probaran la naturaleza distinta del nuevo gobierno, es decir, que avanzaran sin empacho en una agenda liberalizadora, de denuncia de lo mal obrado, de justicia para los militares escarnecidos, de reconocimiento de las verdades históricas, etc.

Si ello hubiera ocurrido, toda esta ofensiva opositora se "explicaría" como reacción a esa agenda, es decir, los electores tendrían claridad respecto del enfrentamiento de fuerzas, las encuestas (aun cuando manejadas por opositores al gobierno) no podrían exhibir lecturas tan bajas y la gente de derecha e independientes darían al gobierno el soporte que necesitará para la fase siguiente del bombardeo progresista, que es la más peligrosa.

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¿Qué viene ahora? (2)

Columnas antecedentes de esta:

Periozurdos inician el ataque
Conformando red organismos internacionales
Boicoteando designaciones
Comienzan vinculaciones con "actores sociales"
Empieza a perfilarse red antigubernamental
Toda minucia vale
Evidencia pública de orgánica obstruccionista
El rol de la "justicia" en el combate al gobierno
Aparecen las "encuestas"
El rol de los "actores sociales"

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